domingo, 10 de junio de 2012

Una mañana en el cine




Son las 8 de la mañana y las bocas del metro de Rambla Catalunya se tragan a los últimos rezagados de la fiesta nocturna.  A lo lejos veo una figura de negro con sombrero en una pose extraña. El Maestro ya está trabajando, aprovecha el último hueco que hay en la acera antes de que una furgoneta de reparto aparque para hacer una foto de la entrada del cine.

Después de un saludo y un fuerte abrazo me enseña la foto que acaba de conseguir… el listón está muy alto ya desde el principio, una foto irrepetible, llegamos tarde.
Poco a poco  va apareciendo el resto del grupo, grandes mochilas, trípodes enormes, caras de sueño y alegría por vernos de nuevo para hacer de las nuestras.

Tomamos un café y poca cosa más, hay que ir a por faena, el cine ha abierto las puertas y Antonio el operador de proyección ya debe estar trabajando. Entramos dentro y al cabo de un rato nos avisan que podemos subir por una escalera estrecha y empinada que nos lleva a la sala de proyectores..

De repente la sensación  de glamour que nos brindaba la entrada principal del cine desaparece y en su lugar nos encontramos con una sala más bien pequeña y abarrotada de maquinaria, cables, proyectores y otros enseres mal iluminados por una tenue luz que proviene de pequeñas bombillas de 8 vatios como mucho.




Poco a poco va calando la magia del lugar y nos vamos dando cuenta de la complejidad fotográfica del ambiente, poquísimo espacio y escasez de luz, los trípodes casi entrechocando los unos con los otros,  además, los destellos de flash están prohibidos para no molestar a los espectadores de la sala así que el Maestro decide sacarse un as de la manga y iluminarnos la escena con un potente proyector que se saca de la chistera.

Después de conseguir domar el poderoso haz de luz seguimos con lo nuestro, las horas pasan volando y donde en un principio no veíamos ningún tema interesante ahora las formas y texturas parecen fluir mientras Antonio nos va explicando su oficio. Parece que su narración se va hilvanando con las imàgenes que conseguimos tomar.

Se nos hace tarde y Antonio tiene que poner en marcha los proyectores de la sala inferior, nada interesante comparado con la maquinaria antigua con sus formas redondeadas y sutiles, nos despedimos de Antonio con la promesa de regalarle nuestras mejores fotos, él desparece escaleras arriba donde aún, la magia del cine sigue dando vueltas con su sonido particular.



4 comentarios:

  1. Por fin algo sin derivados tóxicos del tema crisis (tb me gustan esas entradas), una entrada de cine !!! Fantástico Xavi !!

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  2. Efectivamente, una muy muy buena entrada :-)

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  3. Me ha encantado!!! Felicidades por la entrada!

    He disfrutado con el texto pero sobretodo con las fotos :)

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  4. Me gusta la historia. Me gustan las fotos que cuentan tan bien esa historia. Me gustan porque permiten que yo imagine algunas más; Como que la de si algún día podré estar presente en una de ellas.

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