martes, 21 de agosto de 2012

Dos dias antes de las vacaciones


Me despierto a las 5 de la mañana asfixiado por el calor y la boca seca. Abro la nevera y me sirvo dos vasos de Fonter. Vuelvo a la cama pero, ¡aja! estoy totalmente desvelado. Doy vueltas para buscar una buena postura. Solo consigo ponerme más nervioso sin saber donde colocar el brazo. ¿Encima o debajo de la almohada? Vuelvo a levantarme. Miro por la ventana. Evidentemente, no hay nadie en la calle. Me siento en el sofá. Juego con el iphone. Entro en whatsapp… ¡Mierda! Que van a pensar mis contactos. No es muy normal que alguien como yo este whatsappeando a las 5 de la mañana. Vuelvo a acostarme. Parece que finalmente voy a dormirme. Pero a las 6 menos 10 empiezan a sonar los despertadores de Ana. Tres. Cada 5 minutos. Alguno, con alarma repetida. Aguanto media hora dando vueltas. Poco más. Nesspreso y ducha. A las 7:10 estoy en la calle. Hoy inauguraré el hospital.
Pues no, Luis ya está en su mesa con el SAP abierto. No pregunto. A esas horas nunca pregunto ni respondo.
Hasta la sesión de las 8:30, lo de siempre: mails, ver las interconsultas del día anterior, si ha habido alguna incidencia con los ingresados… Me sobra tiempo. ¿Que hago? A esta hora todavía no hay noticias sobre la prima de riesgo. Me entra sueño. Va llegando la gente. Con un tempo muy de Agosto
Empezamos la sesión. Pocos casos nuevos. Sin problemas especiales. Lo más entretenido unos pacientes de Santa Coloma que tienen piscina en casa. Guardia Civil del puerto.
Es el cumple de Yolanda. Trae chuches para todos y xupa xups que regalará selectivamente.
A las 10 el "morning". Bety, las de admisiones, Paco, el Cap de Trauma, Antonia y una de Onco de la que no recuerdo el nombre. Mucha gente de vacaciones. Milagro. Tenemos 7 camas libres. Solo hay presión en las Unidades de Críticos.
El resto del día es muy tranquilo. Visito a cuatro pacientes en planta. Paso a hablar un rato con Martí, pero no está de humor. Bajo a consultas para hacer una visita que había citado el día anterior. Llega media hora tarde.
El resto de la mañana lo dedico a aquellas tareas que durante el año vas dejando para agosto y que al final haces los 2 últimos días antes de las vacaciones. En un curso de coaching me dijeron que lo no urgente/no importante se podía no hacer. Menos mal.
Almorzamos. Ensalada de arroz y ¿pechuga? de pollo con calabacín. No pruebo el melón que parece muy blando. Conversación de cotilleo. Entiéndase que no puedo dar nombres.
A las 3 me quedo solo. Patricia no comía hoy en el trabajo por noseque.
Me pongo con un escrito sobre la nueva alianza UFISS/TS que me piden de dirección. Lo dejo a medias para empezar a redactar el abstract de la comunicación sobre el NPI. Entro - en microdesconexiones - en El Pais, el 20 minutos, la MYF y alguna que otra página. A las 5 menos cinco me marcho.
Calor bestial. Según el iphone, sensación térmica de 45ºC. Y el aire acondicionado del coche estropeado. Mando un whatsapp a Ana que se solidariza desde la protección del aire acondicionado doméstico.
Llego a la ONCE asfixiado de calor y con la marca sudada del cinturón de seguridad. Antes de entrar voy a un bar y pido un Vichy. Me sirven una marca desconocida (que ya no recuerdo) que está bastante bien. Burbujitas no muy gordas.
En la 1ª planta solo estamos la señora de la limpieza y yo. Había una visita pero la han cambiado de día.
Llego a casa a las 7 y 10. 12 horas después de haber salido y con sensación de no haber hecho demasiadas cosas interesantes o útiles.
Me esperan con una lista grandísima de cosas que hay que comprar en el súper. Ayer dije que iría. Pego los gritos habituales (parezco un esclavo, imposible traer todo esto) a los que, invariablemente, nadie presta atención.
En la calle me doy cuenta que no llevo la cartera. Pero si 30 euros.
Hago la compra y me acerco a la caja donde se cumplen las condiciones idóneas: cajera identificada como rápida y personas con carros poco llenos. Esas son las principales. Las secundarias son que no haya ninguna mujer de edad avanzada con deterioro cognitivo leve y otra, que no comento, pero que tiene, también, que ver con la cajera.
Pasa los productos. 32.50 euros. ¡Tenía que pasarme! Intento decidir que cosas puedo dejar. Sacrifico el zumo de naranja y una de las dos tabletas de chocolate negro. Los de la cola, presidida por un joven musculoso, me fulminan con la mirada. Y ponen los ojos en blanco suspirando airadamente cuando la cajera (jovencita) tiene que llamar a la responsable de turno pues se ha liado con la devolución. Paso un mal rato que no recomiendo a nadie.
Ya en la calle me cruzo con el vecino ingeniero con el que coincido muchas veces en el súper. Nos mandamos una sonrisa cómplice.
Al llegar a casa me quito rápidamente la ropa de calle. Recuerdo que hoy es martes y hay que bajar el viejo somier de Marta para que lo recojan los del ayuntamiento. Esta vez no valdrá la excusa de "tu ya estás vestido".
Ejerzo de cabeza de familia y mando la tarea a Daniel y Marta. Protestán. Pero me mantengo implacable. Por una vez.
Me pongo a escribir esto mientras se enfría una cerveza en el congelador.
A las 8 y media está suficientemente fría. Me la sirvo. ¡En un vaso que Ana acaba de sacar del lavavajillas y está caliente!
Da igual.
Si no ocurre nada especial este cuento está listo para la imprenta.
Y para esta ocasión especial. ¡Sin foto! Que alguna norma hay que romper de vez en cuando.

sábado, 18 de agosto de 2012

La Cortesia de Viena

Entre Octubre de 1982 y Septiembre de 1983 viví en Madrid. En aquellos tiempos, la denominada movida madrileña estaba muy presente en la ciudad.
No estuve muy integrado en todo aquello - apenas conocía a gente - pero acudí a algún que otro concierto.
Hace unas semanas, haciendo limpieza de esas cosas que guardamos sin saber muy bien porque, encontré un folleto amarillento que, creo recordar, me dieron al entrar en un local.
Es la letra de una canción, posiblemente la más representativa, de un grupo que actuó ahí.
Imposible acordarme de la música. Imagino que guitarras no demasíado agresivas y músicos con americana corta y pelo bien peinado. He googleado, pero no hay referencias.
Busque en mi archivo alguna fotografía que pudiera acompañar esa letra, muy sugestiva de esa manera de pensar que caracterizó "la movida" y que terminó por finiquitarla.

La canción: 

No se lo que me pasa contigo. Pero algo me pasa. 
No se lo que me pasa contigo. Pero algo me pasa. 
No hay nada que podamos hacer juntos. 
Solo muchos sin sentidos. 
No hay futuro. 
El presente es una atrocidad. 
Deja de ser amable, 
deja de sonreir, 
olvida las palabras. 
Mis manos no son tuyas. 
No se lo que me pasa contigo. Pero algo me pasa. 
No se lo que me pasa contigo. Pero algo me pasa. 
Vienes a un momento que no es 
nuestro. 
Tras un chispazo al corazón. 
Claro que te siento. 
Sabes que te adoro. 
Abrázame un poco. 
Cierra los ojos. 
Te quiero cerca, 
casi fundida en mi. 
No se lo que me pasa contigo. Pero algo me pasa. 
No se lo que me pasa contigo. Pero algo me pasa. 
Puede ser final sin comienzo 
libre. 
Regreso al futuro no sirve. 
Tus hijos no serán los míos. 
Mejor permitir que los tiempos 
fluyan con independencia 
y nosotros olvidemos 
este intento de suicidio. 
No se lo que me pasa contigo. Pero algo me pasa. 
No se lo que me pasa contigo. Pero algo me pasa. 

 La Cortesía de Viena (1982 o 1983)

¿Va de amores imposibles o juegos con el azúcar marrón?

La foto: